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Se ha dado un paso adelante para asegurar el futuro de uno de los últimos bosques de pino tropicales que existen en el mundo gracias a un acuerdo histórico firmado entre la Unión Europea (UE) y el Gobierno de Honduras. 

La nueva Alianza Forestal  entre la UE y Honduras establece cuatro ámbitos de acción fundamentales: reducir la deforestación, abordar la tala ilegal, impulsar oportunidades laborales en el sector forestal y aumentar las zonas de protección, restauración y gestión sostenible de bosques. 

«No tengo ninguna duda de que esto constituye el comienzo de un desarrollo forestal sólido y sostenible para Honduras», afirma José Guillermo Flores, asesor de la iniciativa Forests for the Future (F4F) de la Comisión Europea en Honduras. «Soy optimista porque el gobierno se lo ha tomado con seriedad. La Alianza Forestal ha permitido crear confianza entre el sector privado y el gobierno, siendo conscientes de que en ocasiones en el pasado ha habido falta de diálogo». 

La Alianza Forestal es el resultado de una labor llevada a cabo durante más de 15 años por la UE y el gobierno hondureño para luchar contra la deforestación en el país, entre cuyos logros cabe destacar el Acuerdo Voluntario de Asociación entre la UE y la República de Honduras sobre la aplicación de las leyes forestales, la gobernanza y el comercio de productos de la madera, firmado en 2022 tras una década de negociaciones, que constituyó el primer acuerdo de este tipo firmado por la UE con un país de Latino América. Como dijo en su momento Jutta Urpilainen, comisaria europea de Asociaciones Internacionales, «Una gobernanza fuerte en materia forestal y, en consecuencia, una mayor exportación legal de madera permitirá a Honduras impulsar su economía, conservar la naturaleza y proteger y apoyar en mayor medida a las comunidades locales». 

 

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Para lograr el éxito de la Alianza resulta fundamental contar con la implicación de las comunidades forestales y los pueblos indígenas, ya que uno de los grandes obstáculos para que el sector privado invierta en una gestión forestal sostenible es la cuestión sobre a quién pertenecen los bosques. «Uno de los principales problemas radica en la incertidumbre sobre el reconocimiento de la titularidad», explica Flores. «Por desgracia, hemos heredado un sistema muy desorganizado de la época colonial y los catastros no indican de forma clara quién posee qué. Puede haber varios propietarios que reclamen el mismo trozo de tierra».  

Asimismo, muchos pueblos indígenas tienen derecho sobre la tierra, especialmente en los bosques tropicales de madera dura de Honduras. Por ejemplo, existen distintos grupos indígenas que pueblan la Reserva de la biosfera de Río Plátano, con una extensión de 350.000 hectáreas, cuyas tradiciones y derecho a vivir en la zona están protegidos por la ley. 

Pero la mayoría de los pueblos indígenas no participan en la producción sostenible de bosques de pino tropicales. «La Alianza garantizará la implicación de estas comunidades en el futuro», añade Flores. «Entre las medidas que pueden adoptarse, cabe destacar la formación para iniciar operaciones forestales a pequeña escala y acceder al mercado, lo que es fundamental dado que, a menos que se conviertan en partes interesadas destacadas en la cadena de suministro, no se beneficiarán en la medida en que deberían». 

La necesidad de la Alianza Forestal es urgente: según datos oficiales, más del 40 % de toda la madera que se produce en Honduras procede de la tala ilegal. Con el consiguiente perjuicio que ello supone para el medio ambiente, las comunidades indígenas y las potenciales inversiones. 

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«La explotación comercial ilegal de los bosques supone un grave problema», señala Flores. «Es la causa del comercio desleal y, mientras continúen estas prácticas, no habrá inversión del sector privado. Mientras sigan manteniéndose, se seguirá impidiendo la labor de aquellos que deseen comerciar de forma sostenible. Considero que la Alianza Forestal, que pone el foco en una buena gobernanza forestal, entre otros aspectos, supondrá una enorme diferencia: no tengo ninguna duda de que esto constituye el comienzo de un desarrollo forestal sólido y sostenible para Honduras». 

Aserradero Sansone, el mayor propietario privado de bosques de Honduras, es una de las empresas que han realizado importantes inversiones en la gestión forestal sostenible. La empresa se enorgullece de llevar más de 30 años protegiendo la biodiversidad y apoyando el desarrollo económico de las comunidades forestales.  

Recientemente el esfuerzo de Asseradero Sansone ha sido recompensado al convertirse en la mayor empresa hondureña en conseguir la certificación Forest Stewardship Council (FSC) para más de 9.000 hectáreas de sus operaciones, a las que se sumarán otras 50.000 hectáreas en los próximos años. 

«Tenemos una visión a largo plazo y por eso es indispensable practicar la silvicultura de manera que las áreas boscosas se mantengan en buen estado, con reforestación natural», afirma Lucía Memoli, subgerente de Aserradero Sansone. Lucía y su hermana Giovanna, italianas de segunda generación, dirigen la empresa que fundó su padre en los años 50. 

«La Certificación FSC es una herramienta fundamental para ver reconocido nuestro esfuerzo. Nos permite mejorar nuestras prácticas y conocimientos y esperamos pronto nos abra la puerta a mercados donde la madera certificada obtiene precios adecuados a su alto costo», añade. 

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Se espera que la Alianza Forestal, firmada en la reciente Conferencia sobre el Cambio Climático COP28 en Dubái, sirva de acicate para que otros agentes del sector privado también inviertan en gestión forestal sostenible en el país. «Estamos muy felices por la firma de este acuerdo», añade Lucía. «Es crucial que Honduras como Gobierno y los empresarios hondureños del sector forestal mantengan firme la intención de adherir a los principios de transparencia en la trazabilidad, de la gestión sostenible de los recursos naturales, de lucha a la deforestación y cambio del uso de los suelos». 

El planteamiento de Aserradero Sansone en torno a la gestión forestal sostenible consiste en poda y aclareo para mejorar la calidad; uso de bueyes para extraer los troncos con el fin de dañar menos el suelo; campañas de prevención contra incendios con quemas controladas; cuidado de las zonas protegidas para que no sufran daños; y formación de personas adultas y estudiantes sobre la importancia de respetar los bosques, la naturaleza y la legislación forestal nacional. 

Asimismo, como señala Lucía, la empresa apoya el desarrollo económico local al permitir que las familias vivan de su tierra, donde trabajan en el pastoreo de ganado y la agricultura y reciben remuneración por cuidar de los árboles. 

«Para nuestro trabajo aportará una gran diferencia porque tendremos un marco legal bien definido, acceso a conocimiento y tecnología, facilidad en préstamos». 

La Alianza Forestal entre la UE y Honduras es el sexto acuerdo mundial de este tipo, que sigue a otros acuerdos firmados el año pasado en COP27 con Guyana, Mongolia, República del Congo, Uganda y Zambia. Su objetivo es mejorar la función socioeconómica de los bosques y su contribución a la protección climática y de la biodiversidad.  

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El antaño floreciente sector forestal privado hondureño lleva varios años en declive (su máxima producción se registró hace más de dos décadas). Lo que, a su vez, deja un hueco que ocupan operadores ilegales. 

«La gobernanza es débil», explica Petri Lehtonen, experto en inversiones del sector privado de F4F. «Las empresas forestales deben disponer de un plan de gestión sostenible, pero se trata de un procedimiento lento y caro y desincentiva a quienes quieren gestionar los recursos forestales de forma sostenible. Por ello, los operadores ilegales tienen ventaja sobre los que quieren hacer bien las cosas». 

Las coníferas de madera dura de Honduras, que constituyen más de la mitad de los 5,3 millones de hectáreas de superficie forestal del país, se han visto enormemente perjudicadas por la tala para dedicar la tierra al cultivo y por su uso como combustible por parte de las comunidades locales. Por ello, la Alianza Forestal establece claramente la prioridad de que los bosques de madera dura que quedan deben detener, y revertir, la deforestación y la pérdida de biodiversidad. El acuerdo asimismo reconoce que los bosques de pino tropicales pueden ofrecer importantes oportunidades laborales y de inversión, aunque solo si se gestionan de forma sostenible. 

«Esto no significa que debemos ampliar el volumen de madera cosechada, sino que debe gestionarse de forma sostenible», explica Lehtonen. «Necesitamos centrarnos en conseguir más de menos. Productos forestales duraderos con un alto valor. Lamentablemente, por el momento, la mayor parte de la madera se utiliza como leña para quemar. Existe, sin embargo, una gran demanda de productos de madera sostenible de alto valor.  Supone un beneficio para todos. Debemos pensar en cómo todas las partes interesadas, en particular, las comunidades locales, pueden beneficiarse de los bosques». 

«No es posible dar cerrojazo a la industria, ya que hay mucha gente que depende de ella y el desempleo que se originaría seria enorme. Pero debe hacerse una gestión sostenible: no centrarse en una gran cantidad de árboles y esperar a que se regeneren de forma natural».  

Por experiencia se sabe que la mayoría de los bosques de pino de Honduras vuelven a crecer por sí solos si se protegen de los incendios y se gestionan adecuadamente, pero muchos han sido destruidos o deteriorados debido a plagas, incendios y a la tala ilegal y no sostenible. 

Aunque aún queda mucho camino que recorrer, Aserradero Sansone está ya demostrando que es posible conjugar sostenibilidad y éxito comercial. «Mantenemos un prudente optimismo», concluye Lucía. «El sector forestal hondureño requiere mucha pasión. La posibilidad de que prospere depende de la capacidad y voluntad de control a nivel gubernamental. Las empresas involucradas deben ser formales, respetar las normas relacionadas con las condiciones laborales, el pago de impuestos sobre rentas y ventas y operar con contabilidad transparente».