Tejedores de confianza, vectores de cohesión social: nuevos actores y nuevos espacios para la construcción de la agenda UE-LAC
A. ANTECEDENTES Y CONTEXTO
El nuevo escenario de desarrollo en América Latina, que replantea las relaciones de la región con Europa, ha plantado la semilla de la reflexión en boga en torno al concepto de “desarrollo en transición”. Este concepto pone de manifiesto que la denominada “graduación”, esto es, la consecución de un determinado nivel de ingresos per cápita, no es la solución a todos los problemas de una sociedad. No es, pues, un destino final sino un paso más en los caminos del desarrollo que, habitualmente, va acompañado de la persistencia de brechas en distintos ámbitos sociales, políticos y económicos.
Para cerrar dichas brechas es necesario actuar en el ámbito de la cohesión social, en su dimensión objetiva (cierre de brechas) y subjetiva (que afecta el vínculo social y el sentido de pertenencia). Para ello, es clave abordar la reducción de la desigualdad y la (re)construcción de la confianza tanto entre individuos y colectivos como hacia las instituciones. Ambos fenómenos, desigualdad y falta de confianza (como nos muestran Wilkinson y Picketty), están correlacionadas, llevando a las sociedades a un círculo vicioso por el que la desigualdad genera desconfianza que, a su vez, impide soluciones duraderas contra la desigualdad por falta de esperanza en las instituciones. También surgen dinámicas de desconfianza entre los ciudadanos, lo que mina el capital social y la solidaridad necesaria para las reformas redistribuidoras. Este “binomio” desigualdad-desconfianza genera amenazas a la democracia, especialmente en América Latina (cita de Clarisa Hardy, “Desconfianza y desigualdades: amenazas para la democracia”, in “Tejiendo confianza para la cohesión social: una mirada a la confianza en América Latina”).
Todo ello se produce en medio de un contexto global de crisis del multilateralismo, y de los valores y estándares internacionales que se le vinculan. Este contexto va de la mano de la emergencia de nuevas narrativas anti-derechos, expresiones fundamentalistas, y soluciones políticas reduccionistas, con tintes autoritarias que amenazan la solidaridad, la cohesión, la confianza interpersonal y la propia democracia, e inculcan miedo y odio al otro, (al discrepante, al diferente, al externo).
Abordar esta agenda de cohesión social, tanto la construcción de confianza como la reducción de la desigualdad, es especialmente relevante en el marco del “desarrollo en transición”, y de manera más amplia de la agenda de cooperación entre América Latina y la Unión Europea (UE). La persistencia de brechas sociales y económicas en los países latinoamericanos, la mayoría de ellos de renta media, los intereses comunes en el marco de la Agenda 2030, y los valores compartidos a los que se hace referencia en la última comunicación de la Unión Europea sobre América Latina, hacen necesario mantener iniciativas de cooperación.
Este nuevo escenario de “desarrollo en transición” visibiliza los cambios profundos que operan en las relaciones entre los actores de la cooperación, pues el enfoque tradicional donante/beneficiario está dejando paso a una asociación más horizontal, que enfatiza la cooperación técnica, el intercambio de aprendizajes y saberes, las alianzas con el sector privado y con actores no institucionales. Incorpora una visión más integral de la agenda pública, vinculando entre ellas las políticas públicas, y considerando la acción pública desde una mirada multidimensional. De acuerdo a lo anterior, cobra sentido una construcción más inclusiva de la agenda y de las políticas públicas, abriendo espacios para el dialogo multiactor.
Pero ¿cómo incorporar estos espacios de dialogo en la agenda UE-LAC? ¿qué actores no institucionales juegan un papel clave en la construcción de confianza y el combate a la desigualdad? En definitiva, ¿Quiénes son los vectores de “cohesión social”, y cómo construir puentes con las instituciones para elaborar políticas inclusivas capaces de cerrar las brechas del desarrollo en transición?
Plantear esta reflexión resulta fundamental para entender las dinámicas y las tensiones que permean la construcción de políticas públicas orientadas a reducir la desigualdad, y que pueden facilitar – o dificultar- el impacto esperado. A la hora de abordar la desigualdad y la confianza, algunos actores aparecen como especialmente clave: los medios de comunicación, los movimientos sociales emergentes (y su institucionalización), los actores culturales y las organizaciones de juventud. A la vez “tejedores” y “vectores” de confianza y de cohesión, actúan como alta-voces para informar, difundir, e incidir en la agenda. Entender su rol, y buscar mecanismos para incorporarlos en la agenda UE-AL y generar alianzas multiactores, es importante para construir políticas inclusivas, participativas, consensuadas, y generadoras de confianza social.
La renovación del contrato social, la superación de las brechas de desarrollo y la recuperación de la confianza requiere de coaliciones más amplias, donde junto con los actores institucionales, puedan converger las agendas de la sociedad civil, los liderazgos de los nuevos movimientos sociales y sus nuevas narrativas y lenguajes. Para ello, los medios de comunicación convencionales y no convencionales y el uso de las TICs y las redes sociales son fundamentales, en la renovación de los “sentidos comunes” – más si consideramos que según el último Latino-barómetro, los medios de comunicación son las organizaciones privadas más bien valoradas.
La desafección política está fuertemente correlacionada con la erosión de la confianza en instituciones que se perciben capturadas, Estados de Derecho que normalizan la impunidad, y democracias que cierran cada vez más los espacios de la sociedad civil- según CÍVICUS, 35% de las regresiones legislativas en la garantía de derechos políticos y libertades civiles se ha dado en Las Américas.
La ampliación y renovación de alianzas deberían servir a la ciudadanía a formular una respuesta fuerte y creativa con el fin de defender el espacio cívico, el que dispone para la participación, el debate, la voz, la disensión, la expresión artística y la acción. Si una sociedad quiere resolver conflictos, fortalecer la cohesión social y brindar soluciones colectivas a los desafíos más complejos del desarrollo, necesita de un espacio para el diálogo, la propuesta y la discrepancia. La contribución de la sociedad civil a la renovación del contrato social y la construcción de sociedades más cohesionadas es una de una de las aristas relevantes y menos tratadas de la agenda de desarrollo en transición; y buscar puentes con las instituciones públicas que promueven y acompañan esta nueva agenda resulta fundamental.
Se trata de un momento clave en la renovación de las relaciones entre América Latina y Europa. La reciente publicación de la Comunicación de la UE sobre sus relaciones con América Latina y la fase de programación del nuevo Marco Financiero Plurianual- que establecerá los instrumentos, las áreas prioritarias de inversión en cada instrumento y las modalidades de implementación de esos fondos- sugieren que el momento es idóneo para plantear esta reflexión, generar masa crítica en torno a la importancia de la cohesión social en la agenda birregional, y abrir espacios de colaboración con los actores claves que pueden incidir en la agenda y la construcción de ciudadanía.
Por todo ello, Oxfam Intermón y el programa europeo para la cohesión social en América Latina, EUROsociAL+, se proponen explorar conjuntamente este tema, buscando mecanismos que permiten ampliar la participación de actores no institucionales en la construcción de la agenda UE-AL de cohesión social.